Gracias a Lisa Velazquez por traducir este articulo. Puede escucharla a traves de Teshuva.tv los Domingos a las 6pm en el programa radial: Caminando en Obediencia.
A veces, cuando la gente empieza a conocer y enseñar la cultura de honor y vergüenza, lo hacen de una manera desequilibrada.
Ellos empiezan a enseñar honor y vergüenza como equivalente a la perfección de la sociedad, o una virtud – pero el honor y vergüenza a menudo nada tenían que ver con los conceptos del bien y mal.
Honor y vergüenza se trata de mantener el concepto de lo que la comunidad “debe” y “no debe” hacer, a lo que era correcto e incorrecto. El sacrificar tu primogénito recién nacido podría ser honorable, y se negaba hacerlo podría ser vergonzoso si los dioses estaban insatisfechos. Así que, aunque lo vemos como el género subyacente de la cultura bíblica, esto no significa que siempre terminó siendo lo mejor. El Rey David mandó a matar a Urías con el fin de proteger su honor, cuando sus propias acciones fueron deshonrosas. El rey Saúl intentó matar a David cuando el honor de David superó el suyo propio. La cultura de honor y vergüenza explica las cosas que suceden en la escritura, pero nos equivocamos cuando lo llevamos como una solución, a todo plan de nuestra cultura moderna – y especialmente cuando nos conducimos injustamente y nos sentimos ofendidos por vergüenza justa. La vergüenza puede ser honor a los ojos de Dios, y honor a los ojos del mundo es a veces equivalente a nuestra desgracia ante los ojos del Padre.
De hecho, durante el primer siglo, las asambleas tenían que recurrir a lo que yo llamo un “Hanoi Hilton” con el fin de alterar sus paradigmas de honor / vergüenza culturales. Explicare ésta referencia brevemente:
Durante la guerra de Vietnam, los prisioneros de guerra estadounidenses fueron sometidos a intensas torturas por sus captores. Ahora a este punto, se consideraba una gran deshonra en el ejército quebrantarse bajo tortura – pero la tortura administrada era tan terrible que los hombres que se quebrantaban quedaban con inmensa culpa y a menudo sin voluntad de vivir. Al ver que nadie podía resistir indefinidamente, los prisioneros desarrollaron un código alternativo de honor y vergüenza. Reconociendo que todo el mundo tiene un punto de ruptura, el nuevo código giraba en torno a quien durara el mayor tiempo posible y diera tan poca información como fuera posible. Rendirse era inevitable, dada la gravedad de la tortura, y así la vergüenza de quebrantarse se hacía más fácil que ocurriera la próxima vez. Dar algo a cambio a los prisioneros de guerra les hacía sentirse orgullosos de ellos mismos dándole el control sobre sus propias vidas. En consecuencia, fueron capaces de aguantar más bajo tortura y mantuvieron su voluntad de vivir. A raíz de Vietnam, muchos de los ex internos del Hanoi Hilton vivieron vidas felices, debido al cambio cultural que trajeron a los códigos militares de honor y vergüenza tradicionales.
Durante los siglos I y II, las cosas eran muy difíciles para los creyentes en Yeshúa (Jesús) para ambos judíos y ex gentiles injertados. No era honorable a los ojos de la cultura establecida mantener lealtad hacia un hombre que había sido ejecutado en el más humillante de los métodos. Para los ex gentiles, no había honor en ser ateo (alguien que no era politeísta). Nada acerca de seguir Yeshúa manifestaba respeto porque no había diferencia entre la vida secular y religiosa en el mundo antiguo. No había ningún lugar para que los creyentes se escondieran de la nueva vergüenza y la presión social. De hecho, gran parte de las epístolas de Pablo, e incluso los dichos de Yeshúa mismo reconocen este cambio cultural. Yeshúa dice a sus seguidores que van a ser sometidos a una gran vergüenza por la cultura dominante:
Juan 16: 1-2: 1 “Les he dicho estas cosas para que no sean atrapados por sorpresa. 2 Ellos les prohibirán la entrada en la sinagoga; y aún ¡el tiempo vendrá cuando cualquiera que los mate, pensará que está sirviendo a Dios!
Yeshúa dice aquí que no debemos ofendernos cuando somos rechazados – incluso por la comunidad creyente. A pesar de que es vergüenza a los ojos de la sociedad, hay más honor en permanecer fiel a Él (voy a detallar porqué más adelante).
Mateo 10:25 Le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si ellos han llamado el padre de la familia Belcebú, ¿cuánto más maldecirán a los miembros de la casa?
Y no habría insinuaciones de brujería e insultos pero nuestro llamado es ser leales, y la lealtad exige una gran cantidad de humildad.
Escrito a las primeras congregaciones del siglo, las epístolas hablan largo y tendido sobre el concepto de la vergüenza – predicando un nuevo sistema de honor basado en la lealtad al Salvador, guardar Sus mandamientos, y no negar Su Nombre. De hecho, los corintios necesitaban mucha ayuda, porque todavía estaban haciendo las cosas de acuerdo a sus viejos caminos – comportándose muy vergonzosamente ante los ojos de Dios, pero no necesariamente a los ojos del mundo que les rodeaba. La congregación de Colosa estaba sufriendo terriblemente por las influencias del mundo:
Colosenses 2:16: Que ningún hombre pagano – (refiriéndose a los filósofos mundanos en el versículo 8), por lo tanto os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, o luna nueva, o días de reposo.
Los creyentes estaban siendo avergonzados activamente sobre su nuevo estilo de vida – ya no estaban celebrando las fiestas paganas de sus familias, o asistían a las celebraciones de culto de luna nueva.. Ahora estaban guardando el shabbat, celebraban las fiestas y observaban las lunas nuevas según las Escrituras. Si usted piensa que usted le fue bien mal por cambiar de denominación o dejar de observar Navidad y Easter – realmente debería estudiar lo que estaba sucediendo en estas ciudades gentiles; ¡Ellos ni siquiera podían comprar y vender sin ofrecer incienso a los dioses del mercado! El fuego de la chimenea de sus hogares provenía de la chimenea pagana de la ciudad o tenían que hacerlo ellos mismos. Tuvieron que rechazar abiertamente el honor y el código de vergüenza de su mundo y desarrollar uno nuevo basado únicamente en una obediencia y lealtad hacia el único Dios verdadero.
Pero ¿qué hizo posible cambiar este paradigma en la cultura greco-romana del primer siglo? Fue la comprensión de las relaciones de patrón / cliente.
He enseñado esto antes, así que sólo voy a revisar brevemente. En el mundo antiguo, si usted no tenía algo que necesitaba, la única forma de conseguirlo era ir a alguien de un estatus más alto que el suyo que podía proporcionarlo. Digamos que soy un dramaturgo, y quiero escribir una nueva obra gloriosa sobre el emperador, pero me muero de hambre y no tengo los suministros necesarios. Tendría que ir a un patrón local y pedirle su ayuda. Si él me daba lo que necesitaba, era mi deber pagarle con gratitud – mucha gratitud. No sólo escribiría y produciría la obra en su honor, para aumentar su reputación, pero me aseguraría de decirles a todos que era un benefactor generoso. En el mundo antiguo, la reputación era más importante que el dinero y los hombres tan ricos se deleitaban gastar su riqueza en la acumulación de honor. Si yo hacía un buen trabajo en aumentar su honor, él probablemente estaría encantado de ayudarme de nuevo cuando tuviese otra necesidad. El lado negativo de esto era que uno nunca podía aceptar ningún tipo de ayuda de cualquier persona que no estaría dispuesto a serle fiel – incluso hasta el punto de perder su honor si su patrón entraba en problemas o caía en desgracia. Uno estaba obligado a estar dispuesto a soportar calumnias e incluso ser exiliado, en nombre de su benefactor – que era la medida de gratitud esperada. La humildad se requería en este tipo de relación – porque había que estar dispuesto a perder gustosamente su honor en defensa de su benefactor. Esta relación se llama charis, palabra griega del NT traducida como “gracia”. Así que cuando Pablo escribió acerca de la gracia, todo el mundo sabía lo que estaba hablando – una relación recíproca basada tanto en la generosidad y la gratitud. El regalo inicial era gratis, pero si no hay gratitud, lealtad, ni obediencia – el fluir de la gracia sería cortado. Ustedes han recibido sin pagar, así que den sin pedir paga.
Ahora y ¿si usted quería algo que su patrón no podía proporcionar? Usted tenía dos opciones – Ir a su enemigo o pedirle a su patrón que le presentase a otro patrón que pudiera ofrecerle lo que necesitaba. Bueno, yendo al enemigo de vuestro patrono era el epítome de ingratitud y deslealtad – era, en efecto, tener dos amos. Por lo tanto, usted iba a su patrón, y él le presentaba a alguien que le conseguía lo que necesitaba. Luego, en el nombre de su patrón, le pedía al nuevo patrón lo que necesita. Debido a la relación entre los dos patronos – su necesidad era satisfecha “en nombre de” su primer patrón – llamado mediador en este caso. Esto debe comenzar sonar muy familiar a los lectores de la Biblia.
Pablo enfatizó a los creyentes del primer siglo la mayor importancia de haber recibido nuestra salvación, siendo fiel al Mesías hasta la muerte. Se esperaba soportar vergüenza, pérdida, persecución, penurias, odio y a veces incluso la muerte en gratitud por el don de la vida eterna. Pablo interpretó acertadamente a Yeshúa como nuestro mediador, nuestro Amo, que nos da acceso al Padre como nuestro mayor Patrón. Es por esto que nadie tiene acceso al Padre sino por el Hijo.
1 Timoteo 2:5: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Yeshúa.
Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí
Se necesita una gran cantidad de humildad para seguir Yeshúa, aceptarlo como nuestro único camino a las bendiciones del Padre. Debemos aceptar la vergüenza, persecución, insultos y odio – porque Él es avergonzado, perseguido, insultado y odiado. Yeshúa es nuestro Patrón, y no debemos de ninguna manera aceptar Su regalo de salvación a menos que estemos dispuestos a soportar cualquier cosa que se dirija a Él. No tenemos motivos para exigir que el mundo que lo rechaza a Él, nos acepte a nosotros. No tenemos derecho a desear honor bajo los términos del mundo. Si alguien es su enemigo por las leyes de la gracia, no son mis amigos. Todavía voy a tratarlos con amabilidad, pero no tenemos parte con ellos – si rechazan enérgicamente Yeshúa, entonces ellos me rechazan enérgicamente. No pueden tener a mí sin Él.
Yeshúa es mi Patrón, Él también es mi Mediador. Él se merece mi lealtad – no importa lo que cueste, y si no me gusta, entonces tengo que alejarme y elegir al amo que prefiero servir.
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